Esta va a ser la primera, última y única entrada en mi blog de este año… El año que se detuvo el tiempo. Un año que, por mi parte, di por perdido allá por el mes de abril. Y, no me malinterpretéis, digo por perdido en el sentido de que ya por entonces me di cuenta de que este no iba a ser un año típico de mi vida: Trabajar con normalidad, reunirme con mis compañeros y amigos en algún que otro Congreso o Jornada profesional, visitar a la familia cuando quisiera, hacer ese gran viaje con mi pareja que nos da la vida a ambos y que ya se ha convertido en nuestra luna de miel anual… En fin, lo que viene siendo un año más!
Ni yo ni nadie contaba con la pandemia, está maldita pandemia que a todos nos ha afectado y cambiado la vida. A mí, como seguramente a la mayoría de todos nosotros, también me gustaría borrar este año de mi vida, resetear, volver a la casilla de salida y comenzar de nuevo. Pero honestamente cuando me paro a pensar y reflexiono sobre todo lo ocurrido en este año, me doy cuenta de que yo no sería la misma sin todo lo vivido y lo que las circunstancias me han enseñado. Aunque, una vez más en mi vida, creo que he vuelto a pagar un precio demasiado alto por las enseñanzas recibidas este año. Este año en el que hemos trabajado y seguimos trabajando, pensando que cada día es un día más y que ya queda un día menos. Hemos luchado contra la angustia y la impotencia de lo que no somos capaces de comprender. Hemos enfermado y conseguido recuperarnos, aunque muchas de nosotras a día de hoy, todavía seguimos afrontando las secuelas. Hemos visto cómo la vida puede irse en un momento y cómo podemos llegar a echar de menos a personas que ni siquiera conocíamos.
Hemos perdido a seres queridos que de ninguna manera tocaba ni era su momento: Familiares… amigos… compañeros… de los que ni siquiera nos pudimos despedir. “Que la tierra les sea leve. DEP”
Pues bien, en este año, NUNCA pretendimos ni deseamos ser héroes. Al contrario, si algo nos ha enseñado este año, ha sido lo importante que es reconocer y enfrentarnos a nuestros miedos, pararnos firmemente sobre nuestros pies y tratar de ser valientes viendo que los problemas de los demás, sus sufrimientos y frustraciones, eran en todo tan reales como los nuestros propios… y a menudo mucho peores.
En este año, hemos aprendido a trabajar de una forma completamente distinta, adaptándonos en tiempo record a las condiciones y necesidades de cada momento.
Hemos llorado más que reído y, por supuesto, también nos hemos equivocado y cometido errores.
Hemos aprendido a sonreír con la mirada y a abrazar con el corazón.
En definitiva, hemos dado lo mejor de nosotras y seguiremos haciéndolo a pesar de las circunstancias y adversidades. Porque compañeras: “Somos enfermeras y no se espera menos de nosotras!!”
Para todas vosotras. Compañeras. Amigas: Mis deseos de que todo cambie… pase… se quede atrás para siempre y nos ayude a mejorar, porque se lo debemos a los que ya no están y porque nos lo merecemos. Mi reconocimiento, mi ánimo, mi cariño y mis mejores deseos para TODAS.
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